No parece profundo, pero sigue sangrando y no todo lo que parece, afirmación merece, pues profunda la herida es.
Toda una existencia de sacrificio
y mucha gente querida que ha quedado en el camino; doloroso es el destino, mas
la vida es la que es y no queda, si no asumir el papel, abnegado y transitivo,
de aceptarla siempre en pie.
Y en tanto, vosotros, quien tanto
le debéis, os ausentáis de esto esgrimiendo tontas excusas, blandiendo frágiles
razones de sustento insuficiente, dejándoos llevar por la cómoda corriente y acabando en
una exclusa, que os impide en vuestra dejadez continuar un camino en el que en
sabiduría os iniciaron y que en ignorancia acabáis.
Mirad hacia aquí y no traicionéis
a vuestro corazón. Llevar la vista a
otro lado, sólo supone traición a quien tanto y tanto ha dado y se siente
abandonado tras una vida de entrega que, en cariño a vosotros, entera la consagró.
No soy quien para juzgaros,
siquiera para meterme en vuestra piel, tan sólo deciros que, la vejez, a todo
mortal le llega y que más pronto que
tarde, el tiempo todo pondrá en su lugar.
Quizás merezca la pena, desde el alma reflexionar y desde el amor más
profundo, poder doblegar su pena… Quizás no sea tarde para rectificar, que es
lo que de vosotros se espera.
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