RETORNO AL PASADO

"Gracias por todos esos momentos que vivo contigo: sentimientos, sueños, anhelos, pensamientos compartidos, risas, lágrimas y, sobre todo, ¡AMISTAD!. Cada segundo que paso a tu lado es un tesoro eterno en mi corazón.

Pablo Neruda.- del Poema “Queda Prohibido”

Empiezo esta entrada, con estos versos del desaparecido poeta chileno, que asoman en alegato superlativo a la amistad, valor humano esencial, necesidad vital, una virtud regalo de los dioses, como expresaban los filósofos de la Grecia Clásica.

Y viene esto al hilo de lo que me aconteció el pasado sábado, que lluvioso y desapacible, se presentaba como uno más, investido de la bendita rutina en la que a estas edades me complazco y entrego en cuerpo y alma, pero que el caprichoso azar, empujado por las ganas de buena gente, de revivir tiempos pasados, transformó en una vivencia alucinante perfumada con esencias de nostalgia.

Una llamada de teléfono y el aliento y motivación que me transmitió mi mujer, pero sobretodo mi hijo mayor, me embarcaron en mi desvencijado coche camino de la ciudad del Greco, para revivir un pasado que había marcado a fuego mi vida veinticinco años atrás.

Os puedo asegurar que la sensación tan especial que abordó cada ángulo de mi ser y que no sabría definir, convirtió el trayecto en una inacabable odisea donde cada kilómetro de autovía, bien parecía se hubiere transformado en diez millas, engañado por la ansiedad de reencontrarme cuanto antes con mi pasado, mas lo cierto es que en menos de una hora me había plantado en la Ciudad Imperial.

Allí estaban, compartiendo mesa y copa, la mayor parte de aquel grupo de buena gente con quien había pasado los mejores años de mi vida: “Willie”, “Espi”, “El Gordo”, “Fosforín”, “Agapito”, Estaje y “El Punkarra”, de nuevo juntos, de nuevo reviviendo aquellas carcajadas que mi mente guardaba desde entonces bajo llave, como el mejor de mis tesoros y de nuevo sintiendo como propio y natural, aquel apodo con el que me habían rebautizado entonces, escondiendo mi verdadero nombre y que ahora sentía en mis oídos como un regalo.

A los diez minutos del encuentro, parecía que los años no habían pasado como si nunca nos hubiéramos separado, lo que en cierta medida es verdad, pues en la parte que me toca, y estoy seguro que en la de todos ellos, siempre los tuve muy presentes como parte esencial de mi vida, agradecido de todo lo que desde su compañerismo y buen rollo me regalaron y que afirmo marcó para siempre el devenir de mi existencia.

Noche de vapores etílicos y tertulia nostálgica para concluir como antaño, compartiendo fonda al amanecer, tras apagar las luces de una ciudad que despertaba.

Al mediodía del domingo, y con el cuerpo desacostumbrado, terriblemente magullado pues los años no pasan en balde, tocaba la emotiva despedida, y de allí partí hacia Madrid, con dos de ellos acompañándome para tomar el tren en la capital, y una sonrisa en el rostro que a estas horas nada ha logrado hacer cambiar de estado, ni siquiera la terrible jaqueca consecuencia de abusos vetados a estos tiempos.

Gracias de todo corazón, sois únicos y espectaculares, sois de lo mejor que me ha pasado en mi vida y un ejemplo del sentido de la verdadera amistad. Jamás olvidaré este 19 de noviembre de 2011. Me habéis hecho muy féliz.

Gracias Carlitos, gracias Pilar por animarme a viajar. ¡Eres genial hijo!, ¡Eres increíble mamá!.