Querido amigo, allá donde estés, allá donde ahora mores, no
me digas ni como, ni por qué, ni de qué modo, pero lo cierto es, que aunque ya
no estés aquí, aquí te siento como si estuviese en ese allí, que el alma siente
como aquí.
Querido amigo, a toro pasado, todo es más duro, pues aunque
me enfrenté a la realidad de la muerte, ahora entiendo que el golpe en caliente,
basto se soporta, pero que una vez la piel enfría, el dolor es agudo,
insoportable.
Querido amigo ¿por qué te has marchado? Sin avisar, sin
mediar camino.
Diríase que hubieras huido, pero no es así, estoy seguro ¡no
se esconde un corazón rudo!
¡Nunca pensé que te pudiera la vida! ¡Nunca creí que
dominara la duda!
Y la duda se hizo evidencia y la evidencia sendero agreste…
¡maldita sea mi suerte!
…
Y ahora, no puedo verte… o te veo, pero ausente, de cuerpo,
pero en el alma presente,
riegan mis lágrimas, surcos de amistad perenne.
¿Por qué te selló el destino, con un camino tan breve?
¿Por qué me pregunto y pienso cuan ingrata fue la vida con
alma de blanca nieve?
¿Por qué ahora me lamento?
…
Lloro con “La Doña”, quien a mi lado hipa y te recuerda. Brindo con ella, alzamos las copas. El Madrid ha ganado, ella es del “Atleti”,
pero eso ahora no importa.
¡Sincero agradecimiento, al siempre poderoso, As de Bastos,
As de Copas, As de Oros! …
Juegos de naipes, quizás no todos lo entiendan, pero ganaste
por la mano, amigo…
Lo siento mucho.
ResponderEliminarMi más sentido pésame.