Hola, estrella:
¿Qué tal van las cosas por ahí
arriba? Estoy seguro que bien, muy bien,
pues veo tu luz cada noche, brillando en el cielo.
Como cambian las cosas y es que,
nunca me llamó la atención el fijarme en los luceros, pero de un tiempo a esta parte,
dejo volar mis sentimientos entre lunas, cometas, novas, supernovas y demás
cachivaches astrales, con tal de verte cada día.
¡No pasa nada por reinventarse!,
al contrario, que al igual que asoma uno por aquí sin libro de instrucciones,
también lo hace sin programa, y adaptarse es crucial, que no queda otra que
encajar las cosas como vienen, hacer lectura de ellas y obrar en lógico
instinto.
Y lo dicho, ¡que mira que te
siento intenso! ¡Que mira que te veo guapa! mas ya no es la tristeza la que maneja
mi mundo, no, que si bien reina la melancolía, que si bien la alegría ya no
muestra el mismo croma, peleo desde mi esencia, en superar cada día con
ilusión, esperanza y renovado ánimo de superación, que al fin y al cabo, si
bien andamos por estos lares de paso, digo yo que algo nos tocará que aportar,
a este ciclo vital tan complejo.
Han pasado ya dos años, dos años
en los que nada ha cambiado y en los que ha cambiado todo, dos años de cruel
ausencia grabados en el alma a vivo fuego que sin embargo, no han podido borrar
la sonrisa de mi rostro, esa a la que di forma siguiendo tus enseñanzas y
consejos desde que era niño, tu enconada constancia por transmitirme la idea de
que trabajara siempre por ser feliz a través de hacer felices a los demás, algo
que no sé si he sido capaz de conseguir como tu quisieras, pero que a fe, bien
sabes, nunca he dejado de intentarlo.
Trabajo y más trabajo, conformarme
con lo que la vida me ha ofrecido y por encima de todo, valorarlo como el mayor
de los tesoros.
Sobra decirte que estoy locamente
enamorado, pues eso ya lo sabías, pero me ilusiona decirte, que cada día lo
estoy un poquito más, de la mujer que comparte su vida conmigo y que la diosa
Fortuna, tuvo a bien poner en mi camino, la mujer, madre de mis hijos, esencia
de tus nietos, que forman el mayor tesoro que Dios me ha dado y en los que
ahora veo, a ese joven inquieto que era incapaz de entender el porqué de tantos
toques, reparos y exhortaciones, ese joven, ahora con menos pelo y muchas
canas, que ve en su madurez todo clarísimo, cristalino y se quita el sombrero
en homenaje a tanta lección magistral.
No hay mucho más que contarte,
las cosas siguen su ritmo, el tiempo anda poniendo cada cosa en su sitio y no
hay día en el que no estés presente en mis pensamientos. No puedo más que mirar hacia adelante y estar
agradecido a todo lo que Dios me ha dado, no puedo si no recordarte, como un
alma buena que colmó de amor, cada ángulo de mi esencia, un alma buena que me
trajo al mundo, me formó como persona y me enseñó a ser feliz.
No es hoy la tristeza la que me
embarga, es un puro acto de devoción, homenaje y reconocimiento a la más bonita
estrella del firmamento…
¿Sabes?, De un tiempo a esta parte,
dejo volar mis sentimientos entre lunas, cometas, novas, supernovas y demás
cachivaches astrales.
José Carlos
(@Costampla)
21/06/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario