sábado, 8 de octubre de 2011

¡PIDE POR TI AGUS!.- 8 DE OCTUBRE, LA BLOGOSFERA HABLA DE LA FÉ

La vida no había sido generosa en los últimos tiempos con Agustín.  Tras la inesperada muerte de su madre sobrevino la de su padre, ambos fulminados por el miserable cáncer, que cuando quiso asomar, ya traía consigo fechas por la parca asignadas.  Apenas semanas después de dar sepultura a su progenitor, y para remate de males, su coche se estrellaba contra un árbol en una carretera secundaria, saliendo de ésta prueba airoso, no sin antes haber pasado por el quirófano en varias ocasiones.

De aquella dedujo que había nacido otra vez y fue muy probable que hasta maldijera a su suerte, pesándole en numerosas ocasiones el no haberse quedado para siempre en aquel lugar, y así cerrar de un portazo una existencia, que sentía le había maltratado con crueldad cebándose con él en la desgracia.

Fueron muchos los meses que deambuló en el silencio, con la terrible desazón devorándole las entrañas.  Exteriorizaba su ánimo como si nada hubiera pasado, quizá sin creerse aun, lo mucho que había cambiado su vida en tan poco tiempo.  Las conversaciones con los amigos y compañeros de trabajo nunca iban por los derroteros del necesario desahogo, y todo aquello, acabó por pasarle factura.  Llegaron las terribles crisis de ansiedad.

Palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, miedo a perder el control, y otros muchos síntomas, que hacían necesario un inmediato tratamiento de choque para tratar de atajar cuanto antes el infierno al que le sometía su caprichoso cerebro.  En manos de la psiquiatría, las crisis se fueron espaciando en el tiempo, sujetas por los efectos de poderosas pastillas, que si bien eran necesarias, anulaban su esencia de manera insultante.

Agustín por aquel entonces, trabajaba en mi oficina, y hará como cinco años, le anime a venirse conmigo y un grupo de amigos al Santuario de Lourdes, en Francia.  Voy allí un fin de semana  todos los años, es un sitio muy especial en mi vida, y creí que quizá sería bueno para mi compañero, el que nos acompañara aquellas fechas.  Al fin y al cabo éramos un numeroso grupo de chicos y chicas, que acudíamos allí en peregrinación, e independientemente del tema espiritual, que efectivamente era el que nos llevaba allí, como jóvenes que éramos, también sabíamos pasarlo muy bien, en un lugar que regalaba un ambiente espectacular con miles de personas que arribaban de todas las partes del mundo.  Si mal no recuerdo, aquel año nos juntamos en aquel bello pueblo del pirineo francés, algo más de quince mil, según leí en la prensa local de nuestros vecinos. En fin, que Agustín se animó a venir con nosotros, y puedo afirmar que no me equivoqué llevándole conmigo allí, pues al menos conseguí que cambiara de aires, algo que era evidente que necesitaba.

Nuestro autobús llegó a la puerta del hotel sobre las cinco de la tarde, después de un tremendo palizón de viaje, tras el que, cualquiera de nosotros, se hubiera metido en la cama sin haber caído aun el sol, para dormir del tirón hasta la mañana siguiente, algo que ninguno hicimos, pues quedaba media hora escasa para la celebración de la apertura de la peregrinación, y era precisamente peregrinar, lo que nos acercaba hasta allí.
Acabado el primer evento, al que llegamos apuradísimos, regresamos al hotel para cenar, y ya más sosegados tras una relajante ducha, salimos a tomar una copa unos pocos que habíamos quedado.  Hacía una noche muy agradable, el ambiente que se respiraba era increíble y había muchos amigos y amigas de otros años de experiencia a quien buscar y saludar.  Como de costumbre lo pasamos genial.  Sobre la una de la madrugada, los pocos que aun andábamos despiertos por las calles de Lourdes, nos acercamos a la gruta del santuario antes de recogernos, para desde el hermoso silencio de aquel cautivador lugar, situado en la ribera del río Gave, explayar nuestros sentimientos en íntima confianza.

Camino de La Gruta al hotel, Agustín estaba eufórico –¡Ha sido una noche genial Jose!- -¡lo he pasado verdaderamente bien!-, ¡que gente más maja tío, parece que los conociera de toda la vida! ¡Me he sentido muy a gusto!....

Y así, pletóricos ambos, nos fuimos cada uno a nuestra habitación, molidos tras la paliza del primer día, pero con ilusionantes ganas de afrontar un sábado que prometía… A la hora del desayuno, Agustín no había aparecido.

Le llamé por teléfono, tanto a su móvil como desde la recepción del hotel al terminal de su habitación, pero los tonos rítmicos del auricular, inacabables al no ser cortados por la esperada respuesta, auguraban que las cosas no marchaban bien.  En mi mal francés, traté de explicarle al recepcionista lo que me inquietaba, y subimos ambos con una copia de la llave, preocupados porque le hubiera podido pasar algo.

Sentado en la cama, con la mirada perdida en la desvencijada pared, se encontraba Agustín asustado y temblando como la tierra de un volcán en erupción.

-¿Qué pasa Agus?- le dije.
-Hacia muchos meses que no me pasaba, pero me ha dado una crisis más fuerte que nunca-
-¿Estás bien?-
-No
-¿Quieres que te acerque al médico tío?-
-Quiero marcharme a casa-
-¡Pero si anoche estabas genial, no lo entiendo!-
-¡Es cierto que estuve bien, pero siempre tengo que joderlo todo!-
-¡No digas eso tío! ¡No has estropeado nada!-
-¿Por qué otra vez y cuando mejor me encuentro?. ¿Qué he hecho mal?-
-No has hecho nada mal amigo.  Ha coincidido hoy como podía haber sido en cualquier otro momento.  Sabes que el médico te dijo que se podía repetir cuando menos lo esperaras, eso te lo dejó bien claro, y mira por donde ha tenido que ser hoy.  Lo importante es que ya lo has pasado socio-
-¡Estoy harto, no puedo más José!-
-¿Tomaste ayer tu medicación?-
-No
-¿Y por qué Agus?
-Estoy agotado de las pastillas tío, entiéndelo, además me encontraba muy bien-
-Debes de tomarlas socio, es por tu bien, se paciente amigo-

Agustín asentía con leves movimientos de transición negativa meneando la cabeza de un lado a otro.

-¡Venga, vístete y vamos a dar una vuelta!-
-No me apetece José, luego en la comida nos vemos que seguro que me encuentro mejor-
-Venga compi, no ganas nada encerrándote aquí, ¡anda, vamos a dar una vuelta, te hará bien!-

Tras varios intentos, finalmente Agustín resolvió salir a dar un paseo con nosotros.  Hasta por la tarde no estaba previsto ningún acto de la peregrinación, así que decidimos ir a dar un paseo por el casco viejo de Lourdes.  Éramos dos chicas y tres chicos: Vanesa, Susana, Norberto, Agustín y yo.

De camino a la parte alta del pueblo nos encontramos con uno de los sacerdotes de nuestro grupo, se trataba de Ángel, precisamente el único que tragaba de todos aquellos curas, pues con el paso de los años me había demostrado ser digno de confianza real.  Una persona amable, cercana y con un corazón que no le cabía en el pecho, muy lejano en pensamientos y andares de esos otros que, aun seguramente con la mejor de las intenciones, navegaban sujetos a una ortodoxia que precisamente los destapaba como los más humanos de los humanos, encaramados a complejos morales que en mi opinión les alejaban inconscientemente de lo que de ellos el Hacedor esperaba.

Le conté a Ángel, en secreto, lo que nos había ocurrido aquella mañana y recuerdo que tras escucharme paciente, nos incorporamos al coloquio del grupo, y procuró llevar la conversación a otros derroteros más mundanos, aunque lo cierto es que aquello concluyó con los seis agarrados de la mano, rezando el Ave María y con el sacerdote, imponiendo sus manos en la cabeza de Agustín, en un gesto de extraordinaria ternura y cariño.

-Bueno- dijo Ángel – me marcho corriendo que a las once tengo que participar en una oración internacional en la Plaza Peyremale, y yo soy el speaker en castellano-. -¡Si queréis acompañadme y luego nos tomamos una cerveza si os parece!-

Decidimos acompañar a Ángel.  Se trataba de un acto donde participaba gente de distintas confesiones, no únicamente cristianas, y en la que en varios idiomas, recitarían una oración por la paz, lanzando después al cielo un globo que llevaría atado al extremo de la cuerda, una promesa, petición, etc. de cada uno de los presentes.

-¿Qué escribo en mi tarjeta José?- me preguntó Agustín
-Amigo, eso no me lo debes preguntar a mí, son tus cosas, pon lo que creas que debes de poner… Pide por ti ¿no?, no estás pasando una buena racha amigo –
-¡No, por mi no!-
-Como tú lo quieras Agus, pero eso has de ser tú-

Comenzó el acto interconfesional, y hacia el cielo empezaron a brotar en distintas lenguas, las palabras que en su día recitó San Francisco de Asís:

“Señor, haz de mi un instrumento de paz…”

Acabada la plegaria, todos soltamos nuestros globos que raudos se alzaron al cielo con esperanzas de un hilo sujetas.  El de Agustín subió un metro y quedó estático enfrentado a él.

-¡Lo que faltaba!- pensé para mí -¡No tiene suficiente el muchacho para que encima sea su globo el único que no suba!-

La cara del chaval era un poema

-¡Lo veis, ya no me escucha!-
-Igual tiene poco gas- dijo Vanesa- corta un trozo de la tarjeta y verás como con menos peso sube – afirmó Norberto.

Y sin esperar a ver que hacía Agustín, yo mismo corté un trozo de aquel papel, pero el globo permaneció anclado en el mismo lugar sin moverse un milímetro.

-¿Por qué José? ¿Qué pasa José?-

No sé qué ocurrió en aquel momento, tan solo recuerdo que totalmente desarbolado por lo infame de lo que estaba pasando mi compañero algo me impulsó a decirle..

-Pide por ti Agus, coge de nuevo la tarjeta y pídele a la Virgen que te ayude-

Y así lo hizo, y el que no quiera creérselo que no se lo crea, que me da igual, pues yo lo tengo muy claro, pero el caso es que escribió en la tarjeta “Madre, ayúdame”, y cuando soltó el hilo, el globo salió disparado hacia el cielo tomando la dirección de la gruta.  Las rapaces que por el cielo merodeaban y que se habían encargado de ir reventando cada globo que osó tomar su espacio, respetaron el de Agustín que solemne se encaminó hacia el santuario.

¿Casualidad?, ¿cambió la fuerza y dirección del viento?... Es posible, pero les aseguro que mi Fé no me dejó ver las cosas de otra manera distinta a lo sobrenatural.

Lloramos de emoción… Agustín también.  Eso le hacía falta desde hacía mucho tiempo y aquella explosión de lágrimas fue el principio de una nueva vida.

Agustín sigue en tratamiento.  Las crisis de ansiedad han remitido pero no del todo.  De vez en cuando 
 asoman, aunque ahora es otra la fuerza con la que las combate, mucho más poderosa que la de las pastillas, que aun siendo necesarias todavía, vienen a ser placebos en comparación con la extraordinaria terapia con la que afronta la vida.

Tras aquel fin de semana, Agustín es otro.  Hoy en día comparte su vida con Rocío, a quien con devoción ama y que le ha dado dos maravillosos hijos, a los que educa desde la ternura infinita, sabedor de cargar con una cruz que es capaz de llevar en su hombro, empezando por amarse a el mismo, enseñado por un Hombre, que ha cargado desde los orígenes, con todos nuestros avatares, desde la plenitud del amor.

18 comentarios:

  1. Estas historias siempre me erizan los cabellos, qué relato! ¿Es real?

    Un abrazo.

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  2. Como la vida misma amigo. El José del que hablo en el relato soy yo mismo. Un abrazo

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  3. Sin duda las enfermedades mentales son muy angustiosas para quien las vive, pero al final Agustín encontró alguien con quien compartir su vida, y eso es ya un pequeño milagro para los que sufren este tipo de enfermedades. Nunca se a de perder la FE, en que todo ira mejor, incluso la enfermedad. Un abrazo José Carlos y gracias por esta bonita historia, que bien puede ser muy real para muchos.

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  4. Felicidades por tu vida, yo también se lo que es padecer este tipo de cosas.

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  5. Hola JOSÉ
    Que manera más real de hablar de la fe, no he podido evitar derramar unas cuantas lágrimas por la historia de Agustín, que es la de muchos. Sólo la fe puede sacar al hombre de sus limitaciones, fe en si mismo y la creencia en un ser superior.
    Un abrazo y graxias por la visita.

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  6. Muchas gracias Carlos. En ciertos momentos es cuando la fe es más necesaria que nunca. El vacío aniquila al hombre.

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  7. Gracias por tu comentario Carmen Rosa. Un abrazo enorme y bienvenida a mi humilde casa :))

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  8. Si el fin de semana sirvió para aliviar su angustia convertida en una pesada carga.. genial.
    Dentro de la oscuridad donde estaba, y parece que está, sumido Agustín puede agarrarse a algo muy cercano... tu gran amistad.

    Un abrazo

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  9. La confianza y la esperanza a veces son el ejemplo a seguir ante la adversidad y la desesperanza. Un abrazo!!

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  10. Hola Costampla hermoso post.
    Mis felicitaciones por tu texto.
    La palabra fe nos ha unido a muchos blogueros en la blogosfera en el día 8 de octubre, día de la fe.

    Mil gracias por tu grata huella virtual en mi blog, tu blog amigo bienvenido siempre.

    Un abrazo fraternal de MA.

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  11. Hoy nuestros blogs se unen en la iniciativa bloguera en el tema de la FE, cada uno a través de su mirada.

    Y es que en los tiempos tan difíciles en los que nos está tocando vivir, creer en la fe cuesta algo, pero a mi me gusta creer en las personas, en la vida, en el futuro, quiero creer en mí misma, porque tener fe es tener esperanzas e ilusión por seguir.

    Gracias por visitar mi blog.

    Un beso.

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  12. Buenas noches..

    Sigo teniendo fe en la personas, y este mundo es maravilloso.. gracias por ser parte de el...

    Besotes

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  13. Amigo siempre lo bordas y no tengo más que felicitarte por encontrar esos momentos tan importantes dónde hoy la fe asoma y renace.

    Te dejo un abrazo muy agradecido y un paquete de cigarrillos.

    Gracias amigo por todo.

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  14. La esperanza es lo último que se pierde, unidos en la FE desde la blogosfera.

    Un beso.

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  15. Hola Jose

    Me he quedado sin palabras. Una historia tremenda. Me alegro mucho que ahora Agus esté mejor, después de tantas pruebas en esta vida.

    Quizá era la prueba que necesitaba para creer que todo tiene dos caras, la mal y la buena. Ahora le toca vivir la buena.

    Saludos.

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  16. Muchas gracias Maria Eugenia :)). Un afectuoso saludo amiga.

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  17. Me emocionó el relato José, la fe y los buenos amigos que nos mantienen en ella son nuestra tabla de salvación muchas veces. Agustín, entre tanto dolor, tiene la suerte de contar contigo. Un abrazo !!!

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  18. HOLA A TODOS, SOY AGUSTIN, GRACIAS POR TODO, SOBRE TODO DOY GRACIAS DE HABER CONOCIDO A UN GRAN AMIGO QUE SIEMPRE QUE LO HE NECESITADO, A CUALQUIER HORA DEL DIA O DE LA NOCHE HAY ESTABA, ERAS TU JOSE, QUE INCLUSO FUERA DE LOURDES, AHORA ESTOY VIVIENDO EN CORDOBA Y NO HAY SEMANAS QUE NO TE LLAME, VERDAD, SIEMPRE LE TENGO CUANDO LO NECESITO, LAS CRISIS DE ANSIEDAD HOY POR HOY NO ME HAN VUELTO DESDE HACE DOS AÑOS CASI, DEJANDO LA MEDICACION, AL FIN, Y DE PODER AFRONTAR LA VIDA SIN PASTILLAS,POR QUE SE QUE PUEDO, Y AHORA CON ESA FAMILIA QUE TENGO,QUE ELLA ES MI VIDA Y MIS DOS SOLES, LA PAREJITA, QUE CADA VEZ QUE SALGO DE TRABAJAR Y LOS VEO ME CAMBIA TODO, NO ME QUIERO ENROLLAR, UN ABRAZO A TODOS Y UN ABRAZO PARA TI JOSE, AMIGO DE LOS QUE SE PUEDEN CONTAR CON LOS DEDOS

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