Llevado por impulsos de terquedad,
de la mano del orgullo, camino de la nada,
sometido a la oscura ceguedad,
lacerando neciamente, mi alma cansada.
Estériles arrebatos en desahogo volátil,
dagas sin rumbo fijo y consecuencia incierta,
arpones de desamor que de manera inútil,
se incrustan en los espíritus haciendo mella.
Este poema tuyo, José, me ha calado hondo. Un corazón abierto y sangrante en sus versos. Ahora, querido amigo, quiero contarte que he recibido al Sol en mi Blog “No te duermas sin un cuento” a través de un Premio y con gusto te lo he trasladado porque Tú y tu Blog lo merecen. Debes ir a la página que se llama Galería(arriba) para recogerlo y ver las consignas. Un abrazo.
ResponderEliminarAy, José.Este poema pincha, te pincha....poco a poco, el orgullo se transforma.
ResponderEliminarDejar en la daga
anclada la ira y los miedos,
y entregarse.
Un beso.
Lo malo del orgullo es que se defiende de lo indefendible, y demuestra lo innecesario.
ResponderEliminarTu poema lo muestra indefectiblemente.
Un abrazo.
Amiga Millz. Es un honor recibir este premio de un blogger tan genial como tú. De todo corazón, muchas gracias amiga. Te invito a leer el post que he publicado con ocasión de tu premio. Un besote
ResponderEliminarY rasgan cual dagas, los futuros del mañana, hipotecando presentes en los que se clavan y desgarran. El orgullo y la miseria son primos hermanos que nos visitan cuando menos lo esperamos para enfrentarnos ante nuestros semejantes y otorgarles una razón por nuestras desconsideradas formas, cuando debíamos habernos parado y pensado mejor la decisión. Un abrazo!!
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