Sonrisas que emanan vida,
remolinos de inocencia,
ánimas del amor surgidas
lucidez de mi conciencia,
dos astros que resplandecen,
infinitamente hermosos,
dos arbustos que florecen,
mientras el alma envejece,
en destino caprichoso,
fortaleza arrolladora,
gemas de infinito brillo,
esencias renovadoras,
espíritus que atesoran,
vendavales de cariño,
que al corazón enamoran,
anegando en esperanza,
a aquellos que en alianza,
van descontando horas,
haciendo al amor un guiño.
Me encantó, de verás un maestro... Me suscribiré. Sigue así, Lindo día.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Franciel. Buen día para ti también :)
ResponderEliminarImpresionante, me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es el amor de los hijos. Felicidades
ResponderEliminarJosé , qué lindo te quedó este poema! Si es que cuando tocan la naturaleza, el agua de esos ríos helados, el mar, los árboles y los nidos, me enternezco.
ResponderEliminarUn beso.
Y razones para amar. Precioso escrito, un abrazo.
ResponderEliminarRodrigo,Amaia,Begoña,DDmx. Muchas gracias por vuestros comentarios. Es cierto que los hijos es algo muy grande por lo que luchar y por lo que amar. El amor mueve montañas amig@s. Yo de ello estoy convencido.
ResponderEliminarCostampla, un poema fabuloso.
ResponderEliminarMe ha encantado, y me he visto identificado como pocas veces...
Gracias
PD.-Sí, tengo dos hijos pequeños ;-)