Murmullos de agua deslizándose,
entre brillos de nácar,
acariciando piedras y recodos,
fragancias de jara,
entre pinares y matas,
aromas de vida,
perfume del alma.
Al fondo, la agreste sierra,
altiva en el horizonte,
se asoma al puente de piedra,
que descansa sobre el monte.
Acordes de liras doradas,
reparten los ruiseñores,
por ángulos como de seda,
recitando madrigales,
“Madrigales de la Vera”.
Ainss que envidia me das, a mi no me salen poemas tan brillantes como este.
ResponderEliminarUn saludo.