En la soledad del tiempo,
en la flojedad del alma,
en el aura plena del amor eterno,
mirando por la ventana,
contemplando el cielo,
rebosante de estrellas,
de candor etéreo.
En la frialdad de la noche,
en el ocaso ciego,
cuando la tiniebla extiende,
su gélido velo,
se deshace el cerebro,
en miles de pensamientos,
y van rondando la mente,
los más bonitos deseos,
el corazón, se hace pleno,
y con impulsos prusianos,
anega músculos, nervios,
de la emoción de sentir,
en todo rincón del cuerpo,
la sublime sensación,
de tener amor sincero.
Una preciosura!
ResponderEliminarDirecto al alma pero pasando por el corazon, si señor.
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