Se apagó la primavera
para dar paso al estío,
mas todo quedó muy frío,
de dolor, llanto y vacío,
de oscuridad y de pena.
El cielo tornó plomizo,
copado de nubes negras,
se marchitaron los lirios,
las rosas, las azucenas,
se desbordaron los ríos,
sobre campos de tristeza,
la luna perdió su brillo
y lloraron las estrellas.
En lo alto del camino,
se observa una silueta,
que camina al infinito,
con paso firme, resuelta
dibujando una sonrisa,
sobre su cara de seda,
y que transita sin prisa,
sabiendo que ha sido buena,
hacia el Edén de la Vida,
donde será siempre eterna
y que me dice al oído,
en mis sueños de poeta,
¡no sufras, cariño mío,
volverá la primavera!
Lo más importante es el amor que tú le has dado y el que ella te correspondió siempre. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarOtro para ti, Juanito. Muchas gracias por todo, amigo. Nunca lo olvidaré
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