Azarose este velero,
en bienhallar las estampas,
que otrora marcaron pecho,
dejando surcos a fuego,
trillando era cautiva,
de sentimientos buenos,
sobre zanjas que silentes,
regábanse con las
fuentes,
del amor y del aprecio.
Y he que trabó buen puerto,
este esquife de nostalgia,
que en ilusión y constancia,
supo hacerse a mar abierto,
vacilándole a esas olas,
que desquiciadas y rotas,
fustigaban a su cuerpo.
Tuvo a suerte el buen marino,
por el andar del camino,
sobre los mares eternos,
toparse, entre ese infierno,
con quien cambió su destino,
indescifrable y opuesto,
esquivo a los sentimientos,
implacable y
manifiesto,
paciente trenzando castigo.
Hoy en cubierta el nauta,
otea hacia el horizonte,
colmándose sus entrañas,
de brisa en melancolía,
que fuerte sopla del norte,
regalándole caricias,
a su alma castigada,
afortunada en la vida,
que conoció la alegría,
hallando luz en la noche,
cuando se hallaba perdida.
A Pilar
Costampla
18-03-2013
¡Qué precioso poema! "Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." aunque aquel poeta no tuvo la suerte de este que llegó a conocer la alegría.
ResponderEliminarCariñoso saludo
Afortunada en la vida, que conoció la alegría... bellas letras, dulces serenas y llenas de paz y nobles sentimientos nos regalas José Carlos, un fuerte abrazo lleno de cariño
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