GRACIAS, DE UNO DE TUS NIÑOS

Querido Miliki:

Soy José Carlos, uno de esos "niños de treinta años" -ahora ya, con cuarenta y dos- a los que dedicaste un disco... A mí me pilló aquel dulce regalo, justo en el momento en que mi hijo mayor empezaba a dar sus primeros pasos  y a balbucear sus inaugurales palabras… Recuerdo que, por entonces, adquirí una grabadora de CD,s y, toda vez que el “enanito” se llevaba el disco a la cama como si de un peluche se tratare, hice de aquel tesoro del orden de quince copias a fin de que a mi retoño no le faltare el bálsamo de vuestra ilusión en ningún momento.

Y sí; todos compramos “A mis niños de treinta años” para disfrute de nuestros hijos, pero lo cierto es que, no me cabe la menor duda que dicha adquisición, cubrió un deseo ilusionante de nuestro propio y niño subconsciente.

Conduje por entonces, muchos kilómetros escuchando cientos de veces vuestras canciones y me sentí niño nuevamente, tarareando y disfrutando con  todas y cada una de ellas.

Era yo muy niño cuando se fue “Fofó”… Recuerdo que a todos los niños de mi generación, la muerte nos robó un pedacito de nuestros sueños…   Bastantes años más tarde, fue Gabi el que nos dejó, y si bien aquello me pilló en época en la que las hormonas, me abstraían por aquel entonces, de cualquier síntoma de la niñez; no obstante, sentí, como tantos otros, un atroz vacío con la pérdida.

Ahora ha sido a ti, a quien le ha llegado la hora de partir, Miliki…

No puedo hacer otra cosa sino darte las gracias por tantas tardes de ilusión y sueños, por tu bondad, por tu entrega sin cansancio hacia todos los niños del mundo.

Y como ese “Barquito de Cáscara de Nuez”, te haces hoy a la mar, para lejos llevar, gotitas doradas de miel…

¡Buen viaje, amigo!