Eran
las doce y media de la madrugada cuando sonó el teléfono. Aún no se habían acostado; era viernes y al
día siguiente no tenían que madrugar, pero aun así, era un fastidio recibir una
llamada tan tarde, fundamentalmente porque lo más natural era que de improviso
se disparaban las alarmas de la preocupación, toda vez que no era lo habitual
que alguien llamase a esas horas tan tardías.
-¡Esa
es tu amiga Carmen, me apuesto lo que quieras!- le dije a mi mujer mientras me
acercaba al salón para coger el teléfono.
-¡Me
extraña que llame tan tarde!- contestó ella con gesto preocupado -¡Aunque no
será la primera vez que lo hace!- afirmó.
-¡Pues
no te extrañe, que sí que es ella!. Es
su número el de la pantalla- confirmé -¡anda, cógelo tú que yo me encabrono!-
Inquirí fastidiado.
-¡Que
pesada, siempre igual!- Se quejó Andrea desde el cuarto de estar al punto que
se incorporaba para dirigirse a la otra sala y atender la llamada.
Mientras
mi mujer conversaba con su amiga, aproveché para acercarme a la cocina y volver
a depositar en la nevera, ese benjamín de cava que apenas unos minutos antes,
disponía en el salón para compartirlo con ella.
La llamada había asomado inoportuna en un momento entrañable y quizás,
con cualquier otro interlocutor al otro lado del hilo, me habría ahorrado el
paseo, pero tratándose de Carmen, mi decisión era de lo más acertada. No quedaba otra que esperar paciente y
confiar en que la conversación, que como de costumbre se preveía larga e
intensa, no terminara por hastiar a Andrea y quitarle las ganas de todo tras
inhumano tormento.
Lo
habíamos hablado en multitud de ocasiones y siempre llegábamos a la misma
conclusión: ¡Es muy buena gente, pero es muy pesada!...
Y
es que Carmen, era de esas personas que parecía que, al contrario que el resto
de los mortales, en vez de con un pan, había asomado a este mundo con un
teléfono debajo del brazo, viviendo con la necesidad crítica de hacer uso del
mismo en todo momento del día. En el
plano contrario, nos encontrábamos nosotros, que éramos de los que lo
utilizábamos en momentos de puntual necesidad.
Nos costó años comprar el primer móvil, pero finalmente tuvimos de
claudicar y adaptarnos a los nuevos tiempos.
Aun
recuerdo lo que le dije a Carmen cuando orgullosa nos enseñaba su flamante
“Moviline”, mientras nos tomábamos una copa en el Bar “El Cinco”, en aquellos
años que vivíamos en Las Palmas:
-Carmen,
¿sabes en qué se parece un preservativo a un teléfono móvil?... En que solo lo
llevan los capullos -
-¡Mira
que eres payaso!- Me dijo riéndose –Tú métete conmigo pero de aquí a nada te
veo con uno como el mío-
Y
tan solo se equivocó en lo parecido de mi primer terminal al que ella entonces
nos mostraba, toda vez que aquellos voluminosos y pesados ladrillos de primera
generación acabaron como pieza de museo
en cuestión de pocos meses.
Regresé
al cuarto de estar y mientras ellas hablaban volví a poner en funcionamiento la
televisión a la que ya habíamos despachado por su obstinado empecinamiento
diario de regalarnos basura, mas el tedio obligaba y a la espera del retorno a
nuestra intimidad, recorrí el dial con el mando a distancia, pesimista de
encontrar algo a lo que mereciera la pena prestar atención. Opté finamente por ponerme el canal “24 horas”,
el más socorrido en estos casos. En ese
momento estaban dando la noticia de un accidente de circulación. Las imágenes que presentaba la pantalla eran
dantescas:
...el terrible accidente
se ha producido en el kilómetro 227 de la Autovía de Levante sobre la
medianoche de hoy. El vehículo
siniestrado perdió el control por causas que se desconocen y tras dar tres
vueltas de campana y saltar la mediana, acabó empotrado contra un camión que
circulaba en dirección Madrid. La mujer
que conducía el vehículo murió en el acto consecuencia del terrible impacto. El
cuerpo de la mujer será trasladado al Instituto Anatómico-Forense para
practicarle la autopsia. El conductor
del camión, milagrosamente ha resultado ileso…
Las
instantáneas mostraban a las primeras ambulancias que llegaban al lugar del suceso;
luces anaranjadas que siniestras destellaban en el televisor, un cuerpo inerte
que reposaba eterno en el suelo tapado con una sábana y lo que parecía un
Toyota de color azul, hecho un amasijo
de hierros envuelto en una nube de negro humo.
Entre la siniestra niebla de muerte, podía distinguirse la matrícula del
coche: 7456 XGW.
-¡César,
dice Carmen que te pongas!- escuché detrás de mí.
Me
levanté de la silla y con la mirada perdida en la nada y un gesto de fastidio,
anduve de nuevo hacia el salón para tomar el auricular que Andrea me ofrecía.
-¿Si?-
pregunté
-Hola,
Cesar ¿has visto qué fuerte?- dijo Carmen al otro lado del hilo.
-¿El
qué?...- Interrogué
-La
noticia que están dando en la tele… ¡Es terrible!..-
-¿Lo
del accidente?- dije.
-Lo
del accidente. ¡Vaya leche!- confirmó Carmen.
-Lo
estoy viendo, Carmen. ¡Cuánto me alegro
de hablar contigo!-
-Yo
también me alegro, César, ¡te noto muy nervioso! ¿Pasa algo?-
-Estoy
bien, rematadamente bien, pero leches, cuando he visto ese Toyota azul, me he acordado
de ti. ¡Incluso la matrícula me ha confundido!... ¡Se parece tanto a la tuya!-
-A
veces nos encontramos de sopetón con cosas que nos asustan… Es inevitable-
afirmó mi amiga.
-Para
mi alivio he disipado la duda de inmediato.
Es una alegría que en este preciso momento estés hablando con nosotros.
¡Por
primera vez en años no te mosqueas conmigo porque te llame a deshoras!. ¡Siempre he sido una pesada!- contestó entre
risas.
-¡Mira
Carmen!, ¡de pesada nada!, ya te digo que ahora mismo el escucharte es lo más
gratificante que me hubiera podido ocurrir… Vale que alguna vez me he rebotado
contigo, ¡pero leñe!, olvida todo eso, que ahora mismo tu voz me resulta una
dulce melodía. ¡Llama cuando quieras que para eso han de estar los amigos!-
-¡No
dudes que así lo haré, ya me conoces!-
-No
lo dudo, no lo dudo…- confirmé
-Oye,
César, cambiando de tema, nunca sabré como agradecerte lo bien que te has
portado con mi amiga- dijo Carmen –era una muchacha estupenda.
-En
fin… No sé a qué viene eso ahora, pero vaya, tampoco he hecho nada del otro
mundo. Sabes que la quiero muchísimo y a
ti también-
-¿A
mí también?... No, no creo que tanto-
-¡Bueno,
son cosas distintas. Ella es mi mujer y
tu eres mi amiga!-
-¡Siempre
hubiera querido ser algo más!-
-¿Cómo?-
-Como
lo oyes. No obstante quiero que sepas que cuando me empeño en algo, no paro
hasta conseguirlo y ahora estoy en mejor situación que nunca para tener
paciencia y saber esperar. Eras para mí,
pero tú te decantaste por ella-
-Pero…¿qué
dices?-
-Digo
que en su momento fui tonta por consentir que llegarais a más… pero claro, ella
no pasaba por una buena racha y tú despertaste de nuevo su ilusión… Al fin y al
cabo era mi amiga ¿no?-
-Yo
alucino contigo, Carmen… ¿Estás bien?-
-Volveré
a llamarte, tantas veces como sea preciso y te convenceré, que ya tengo el
camino libre y toda la eternidad para conseguirte… Hasta pronto César-
-¿Carmen?,
¿oye?...-
El
silencio se hizo al otro lado del hilo.
Me quedé mirando el auricular como tratando de hallar respuesta en el
mismo al vendaval de incoherencias que acababa de escuchar. Bloqueado, acudí de nuevo al cuarto de estar
para contarle a Andrea lo sucedido y fue entonces cuando al abrir la puerta,
sentí una Tizona de muerte desgarrando mis entrañas sin piedad alguna.
Andrea
se hallaba inerte en el sofá con los ojos clavados en el televisor, las dos
manos rígidas apretando su estático pecho, la cabeza ladeada y un torrente de
viscosa espuma que lentamente descendía emanando de entre sus amoratados
labios.
En
la pantalla, la imagen con la que el cámara de informativos se recreaba una y
otra vez; la cara de una víctima de accidente de tráfico al descubierto por el
azar del caprichoso viento que había levantado la sábana. En la mano fría del cadáver, un teléfono
móvil y en la pantalla del mismo un número que yo conocía mejor que nadie.
Un politono macabro procedente del salón, sumía de oscuridad la casa.
He apagado el televisor y los mobiles, tambien e desconectado los inalambricos......"sorprendente final" muy buenooooo¡¡¡¡¡
ResponderEliminarGracias Pablo :)) Vamos a ver si lo enredamos un poquito más ;)) Saludos
EliminarQué fuerte...
ResponderEliminarY esto acaba de empezar... ;)
EliminarSi José Carlos, sorprendente relato q me hace dudar si es real o de tu inventiva literaria.Admiro esa capacidad con la cual nos envuelves y te envuelves en tu prosa.Cada una de tus obras me cautiva mas y mas.Pareciera exagerado pero ¡cuanto anhelo tener tus letras para atiborrarme con ellas! Te leo una y otra vez en mis soledades nocturnas.!!!
ResponderEliminarSi fuera real sería muy pero que muy preocupante compi :)). Gracias por tus halagos que creo no merezco amiga. Besos
EliminarMenos mal que lo he leido de mañana, ya que si lo haogo por la noche, no duermo !
ResponderEliminarNo será para tanto Mariano ¡que eres un chicarrón del norte tío!, jajajajajajajajaja. Un abrazo
EliminarVaya! se me ha borrado el comentario anterior al publicarlo. Creo que decía que acabas de crear unos personajes con vida, pasiones, historia y futuro. O lo que es lo mismo: acabas de empezar otra novela. Ánimo! esos personajes no pueden morir, ni quedar en el olvido sin haber cumplido su cometido... y yo casi no puedo dormir sin saber qué les deparará la vida. Ahora que eres un creador no puedes abandonar tu creación. Gracias por asumir tantas responsabilidades. Angel G.
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario Ángel. El capítulo 2 ya está publicado así que creo que efectivamente he comenzado otra novela :)) ¡Vamos a ver como termina esto!.
EliminarMuy bueno compañero, la primera vez que lo leí fue en una pasada rápida, pensando, pensando tenia lagunas de comprensión realidad ficción, no se lo leí otra vez para verlo con más claridad, pienso que tienes una segunda novela, ya estoy en ascuas, tendré que verte para que me cuentes más cosas, jejeje, es lo de estar cerca. Saludos
ResponderEliminarGracias Fermando. Por cierto, si no quieres esperar a mañana para preguntarme cosas, ya tienes disponible el capítulo 2. Sí, definitivamente creo que he empezado una nueva novela.
ResponderEliminarUn abrazo