Lo cierto es que la mitad de nuestra vida la pasamos en nuestro trabajo -eso siempre y cuando hayas tenido la suerte de encontrar uno, claro - y, como no puede ser de otra manera, esa abrumante circunstancia que el existir nos impone, en lógica deberíamos gestionarla en modo positivo y evitación de cualquier toxicidad que pudiera quebrantarla.
Soy un firme convencido que, desde unos mínimos principios de saber estar, dedicación, honestidad y empatía, todas las personas deberíamos mimar nuestro espacio extra afectivo en la extensión de un día a día armónico en cuanto a nuestras relaciones con nuestro entorno y, si bien en muchísimas ocasiones no es comparable una afectividad cierta y profunda respecto de la circunstancial de lo que toca, en justicia una puede soslayarse con la otra, pues en tantas horas compartidas, no dudo que siempre puedes hallar a seres maravillosos que suman a tu vida de manera asombrosa.
Y así es, hallas a esas personas, y compartes alma, sentimientos, inquietudes, amistad, pues es lo lógico en la esencia del ser humano, lo que no quita que, en ese enjambre de dislocadas emociones, siempre halles discordancias de las que no entiendes determinados andares que cortocircuitan el rutinario acontecer.
¡Cuesta encajarlo, pero así es! Horas y horas a diario trabajando, debatiendo, aportando, recibiendo, interactuando en equipos multidisciplinares y, sin embargo, alguna que otra cara amargada, despropósitos incomprensibles, faltas de educación, pérdidas del común sentido... Tratas de aliviar estas tensiones... Tratas de minorar el nivel de emociones desbocadas, tratas de armonizar el espacio y, lo que concluyes, es que, lejos de la idea del objetivo común de encarar y encajar un diario encuentro obligado, asoman personajes cuyo único objetivo parece ser el acomodo de su propio ego, en modo trepa, aun a costa del remiendo e incluso sometimiento de los demás.
Muy claro tengo que estas elucubraciones dan para mucho. Por supuesto que acepto que cada cabeza es un mundo y sus circunstancias. Asumo que mi idealización del día a día no tiene porque converger con los trasuntos de cualesquiera otros... ¡faltaría más! pero coño ¡Que la vida son dos días! que nos pasamos la mitad de nuestro caminar vital en el curro y no se nos ocurre nada bueno para los demás...
De verdad... ¿No es un asunto para reflexionar?